sábado, 6 de septiembre de 2014

Teatro 1950 Muertos sin sepultura Reseña

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El Teatro
“Muertos sin Sepultura”
Por CEFERINO R: AVECILLA
Este teatro sombrió y terrible de Juan Pablo Sartre es el que corresponde a la expresión evidente de lo más íntimo de la Europa actual, destrozada por el odio hecho norma política por los infrahombres, y ya naturalmente insensible a fuerza de dolor. El teatro de Anouilh y el de Salacrou, a los que yo tengo por los autores más representativos del teatro francés contemporáneo, están, asimismo, que el de Sartre, impregnados de dolor de fatalidad y de la obsesión de la muerte. Pero no tienen la crudeza del suyo, por lo mismo, que se trata de la obra, más que de un autor, de un filósofo que se atiene a la verdad y no a la belleza. Por eso son superiores a los suyos los dramas de Anouilh y los de Salacrou. En los de aquéllos, la intuición de la muerte inquieta y angustia. En los de Salacrou no se intuye, sino que se advierte. Y por eso horroriza.
 Y así ocurre en “Muertos sin sepultura”. La escena feroz en la que “uno de la resistencia” estrangula a un adolescente ante el temor de que la tortura le haga denunciar al jefe, y otra escena en la que unos milicianos sádicos de los de Petain, martirizan a uno de los prisioneros, están resueltas con un apego a la verdad, que acaso no tiene precedentes. Y a esta cosa feroz corresponden, naturalmente, las demasías del lenguaje.
He aquí el auténtico teatro de nuestro momento. Todo lo demás es cosa postiza, que es lo mismo que decir falsa e insincera. O monstruosa, como lo son las disparatadas comedias cómicas españolas que se representan ante un público que no puede reír sin avergonzarse de ello. En esta autenticidad del teatro de Juan Pablo Sartre, está la razón de que sus dramas se representen ahora en todo el mundo. Nunca se llegó a expresiones tan audaces y tan despreocupadas de la verdad viva. Por eso la emoción que transmite un drama de Sartre, tiene matices nuevos. Y así son los de la de “Muertos sin sepultura”.
Este lo acaba de representar en Teatro Universitario, en un aula de la Facultad de Filosofía y Letras, atenido a la versión de Alvaro Arauz. Lo ha dirigido el profesor Enrique Ruelas, de un modo admirable. Un amigo mío, que vió representar “Muertos sin sepultura” en el Teatro Antoine de París cuando se estrenó, me afianza que con la natural intensidad de una o dos primeras figuras francesas, no estuvo aquella mejor realizada que ésta. Es muy posible. El señor Enrique Ruelas, se ha debido de atener a elegir entre los intérpretes posibles, los mejor avenidos, aún físicamente, con el papel que se les ha encomendado. Por eso es magnífica la realización del drama.
Y curioso que una nueva aportación de un grupo de los que se llaman “experimentales”, llegue ahora a vivificar el teatro en México. Yo no creo de ninguna manera en la superioridad de estos grupos sobre los posibles en los profesionales. Pero, frente a los hechos, no hay sino aceptarlos. Y los hechos son, que junto a las realizaciones magníficas de estos meses últimos, que han constituido temporadas ejemplares, se aparece ahora el profesor Enrique Ruelas al frente de otro grupo capaz de una realización como esta, de “Muertos sin sepultura”, que lo coloca inesperadamente entre los mejor valorizados.
Son los más destacados de él, los señores Mejía, Cardona y De la Vega. La señorita Carmen Herrera de la Fuente y los señores Pedret, Loyá, Palafox, Kamfer Silveira y Owensby contribuyen al logro de un conjunto pocas veces logrado.